“Llegué a convencerme y a convencer a los demás de que se aprende más del éxito que del fracaso, asumiendo que un fracaso no es lo mismo que un error”
Siempre me han gustado sus enseñanzas, su sabiduría y su peculiar manera de transmitirte algo, lo adorna, con ese entusiasmo suyo tan particular. Trabajé para él y sus hermanos casi cuatro años, y a cuatro años, si los sabes aprovechar estando dispuesto a aprender, se les puede sacar mucho jugo. Recuerdo muy bien como entré a su empresa y como salí de ella. Llegué con cierta ayuda por su parte en un momento malo de mi vida y salí con un contrato en la mano de Meliá Hoteles. Aprendí, ya lo creo que aprendí, mucho.
De él aprendí cosas tan difíciles de encajar para muchos como que al trabajo va uno a divertirse. Recuerdo en una reunión cuatrimestral cuando un compañero en un turno de preguntas le dijo ante la mirada atónita de todos, “Si a las 7.30 de la mañana le digo a mi mujer que estoy contento porque me voy a trabajar pensará que estoy loco”. Ni corto ni perezoso micrófono en mano él contesto, “la loca será tu mujer”. Y termino de esa manera el discurso más corto de la historia de la empresa que preside.
También aprendí que una cadena puede ser tan fuerte como su eslabón más débil. Que el secreto para nunca trabajar es disfrutar con lo que haces, pues entonces el trabajo se convierte en placer. Que fracaso no significa estupidez ni derrota, significa que todavía no hemos alcanzado el éxito. Que si quieres ser excelente tienes que hacer cosas, no buscar razones para no hacerlas. Y un sin fin de frases memorables. Consignas que he utilizado a lo largo de los años en los tres hoteles que he dirigido y en el último que he dirigido comercialmente.
Llegué a convencerme y a convencer a los demás de que se aprende más del éxito que del fracaso, asumiendo que un fracaso no es lo mismo que un error. Del error se aprende, siempre y cuando reconozcas que te has equivocado y aprendas de ello. Del fracaso no se puede aprender nunca, siempre es mejor que te dé clases de tenis Rafa Nadal que yo, el es un exitoso en este deporte, yo hace años que no cojo una raqueta. Hay que aprender de los que ya han conseguido el éxito, no de los eternos fracasados. Mentalidad china, copian y mejoran. Te cogen un reloj suizo, lo desmontan y lo fusilan, ahorrando una considerable cantidad de dinero en I + D + i. Ellos parten de donde otros han llegado.
Aprendí que involucrarse no es lo mismo que comprometerse. El ejemplo que ponía iba como anillo al dedo a la empresa que preside. “Mañana cuando desayunes pide unos huevos revueltos con bacon, dime de los dos animales que han hecho posible tu desayuno quien se comprometió y quien se involucró”. La gallina solo ha puesto el huevo, el cerdo ha dado su vida, era la respuesta.
Pero de todas, me quedo con aquella cita acerca del triunfo, cita que he utilizado también a lo largo de los años, esta con diferentes resultados pues había cosas que mis diferentes jefes no entendían muy bien. “Si quieres triunfar solo necesitas tres cosas; saber, querer y tener medios”. Puedes saber y querer pero no tener medios. Puedes tener medios y querer pero no saber. O puedes saber y tener medios pero no querer. Tan cierto como la vida misma. Claves del triunfo como plazas de toros.
También hay atajos para alcanzar el éxito, aunque este sea temporal. Desprestigiar a tu oponente por medio de la mentira, la falsedad y el odio también te pueden llevar a la «gloria» del triunfo, pero tanto la falsedad como la mentira y el odio tienen las piernas muy cortas, tarde o temprano caes. Ese no es el camino.
Sin duda le saqué jugo a aquella experiencia laboral, primero en la fábrica de Alhama y más tarde en los Hoteles del Grupo. Mi curiosidad infinita ante las cosas que pasan en el mundo, mi afán de querer cambiar todo lo que aun siendo bueno se puede mejorar, el obsesionarme solo en aceptar retos que otros abandonaron (a la larga mi punto débil), me mantienen en una continua búsqueda de un Santo Grial que ni siquiera se si existe. D. Tomás, buscador de la excelencia donde los haya, siempre dice lo mismo, “si todavía no has encontrado lo que buscas, sigue buscando, no te pares”, y en esas estamos D. Tomás, en esta difícil cruzada, látigo en mano como Indiana Jones en el Templo Maldito, pero esta vez, con damisela.